Al grito de «¡Joe genocida!», un grupo de activistas propalestinos interrumpieron el primer gran discurso de la campaña de primarias del presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Es una muestra de que el mandatario afronta este año un arduo camino hacia su reelección entorpecido por dos conflictos internacionales: una guerra en Gaza que amenaza con extenderse y una contienda en Ucrania que permanece estancada.
Biden llegó a la Casa Blanca hace tres años con la promesa de recuperar el liderazgo estadounidense en el mundo tras cuatro años de caos y aislacionismo de su antecesor, Donald Trump.
Hoy, Trump avanza imparable en las primarias para la candidatura presidencial republicana, mientras el líder demócrata intenta hacer equilibrios para que el tablero internacional y sus aspiraciones electorales no salten por los aires.
Sin solución en Gaza
Casi cuatro meses después de la masacre que perpetró Hamás en Israel, la ofensiva israelí contra el grupo islamista en Gaza ha dejado ya más de 25 mil palestinos muertos y una crisis humanitaria sin precedentes.
Las presiones de los aliados árabes de Washington forzaron a Biden a exigir contención al Gobierno israelí, pero Estados Unidos mantiene su veto en la ONU a un alto el fuego y sigue suministrando armamento para Israel.
Más recientemente, Biden ha insistido en la necesidad de fundar un Estado palestino tras la guerra, pero ha chocado con el rechazo sin paliativos del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
Según Michael Hanna, analista del International Crisis Group, durante años Estados Unidos «no ha demostrado ningún compromiso real» para la creación de un Estado para los palestinos, por lo que «las circunstancias no parecen alentadoras».
Además, si bien las elecciones estadounidenses giran en torno a la política interna, este experto ve «muy posible» que la guerra de Gaza pase factura a Biden en las urnas.
Ucrania, un problema enquistado
En cuanto a Ucrania, ya no queda dinero en la caja y Biden trata de arrancar la aprobación en el Congreso de nuevos fondos para que Kiev siga repeliendo la invasión rusa.
Pero los republicanos, que ven con recelo gastar dinero en una contraofensiva ucraniana estancada, han condicionado el avance de las negociaciones a un tema muy espinoso en plena campaña electoral: exigen una política migratoria más restrictiva.
La defensa de Ucrania «se ha convertido ya en parte de la guerra cultural» entre conservadores y progresistas, apunta Juan Luis Manfredi, titular de la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown.
Además, es un tema que genera «hastío» entre el electorado, al que precisamente Biden tiene que movilizar para barrar el paso de Trump a la Casa Blanca.
La única certeza para Mafredi es que una victoria del republicano en noviembre sería «una buena noticia para el putinismo y una mala noticia para Ucrania».