Los aspirantes a la Casa Blanca, Donald Trump y Kamala Harris, continuaron sus campañas electorales con una escalada en los ataques personales para intentar ganarse el voto en los estados clave más reñidos en plena recta final.
La candidata demócrata celebró sus 60 años en iglesias afroamericanas de Georgia, mientras el republicano se vistió de empleado en un McDonald’s de Pensilvania para desacreditarla.
Ayer, Harris criticó de nuevo el lenguaje cada vez más despectivo y hostil de Trump en la campaña, y dijo en una entrevista en la cadena MSNBC que los estadounidenses «merecen algo mucho mejor».
Más temprano, la leyenda de la música Stevie Wonder acompañó a Harris en una de sus paradas en un suburbio de Atlanta, le cantó el «Feliz cumpleaños» y pidió a los ciudadanos «pensar más que en sí mismos al votar».
Harris reconoció que cambió su estrategia y aumentó los ataques a Trump, quien para ella está cada vez más “desquiciado” y necesita que alguien le responda.
En sus últimos mítines electorales, la vicepresidenta ha comenzado a mostrar videos de declaraciones de Trump sobre temas polémicos, como el acceso al aborto, para arremeter contra el republicano y contrarrestar sus propuestas, y en una entrevista lo calificó de «fascista».
En tanto, el republicano hizo ayer una parada en un local de McDonalds a las afueras de Filadelfia, donde se puso un delantal y pasó unos minutos cocinando papas fritas junto a los empleados y repartiéndolas a través de la ventanilla para recoger pedidos desde el vehículo.
«Amo McDonalds. Amo los empleos. Y creo que es inapropiado cuando alguien dice por todas partes que trabajó en un McDonalds (…) pero nunca trabajó en un McDonald’s», afirmó Trump sobre Harris.
Según su campaña, la vicepresidenta trabajó durante el verano de 1983 en un McDonald’s de la ciudad de Alameda, California, atendiendo en la caja registradora y cocinando papas fritas, para pagarse los estudios en la Universidad de Howard, en Washington.
Harris, que no ha ofrecido más detalles al respecto, suele explicar esa historia para mostrar cercanía con las clases trabajadoras y distanciarse de Trump, un magnate inmobiliario que heredó el imperio de su padre.